jueves, 26 de septiembre de 2013

Tai Chi y la importancia del entorno

¡No importa el lugar, pero practica! ( ¿Dónde, cómo, cuándo? ¡No importa!)
 Así de simple no es, se lo puedo asegurar. En los pocos años que llevo practicando, lo he hecho bajo la guía de varios profesores de distintas escuelas. He practicado en climas distintos, desde el siempre agradable de Tenerife, a veranos e inviernos alemanes y otoños y primaveras chinas; en salas grandes de polideportivos y en la sala pequeña del gimnasio, en la terraza de algunos templos y palacios chinos, patios interiores, en campo abierto y en las alturas de las montañas sin nada que obstruya las vistas,  pero sobre todo he practicado en los rincones tranquilos de los  parques urbanos. Si me tocará vivir en las montañas, obviamente elegirá lugares como Tierra del Trigo, pero como tampoco quiero renunciar a las comodidades de la vida urbana, tengo que conformarme con los parques. En Tenerife el clima se brinda casi siempre agradable; en el frío invierno alemán ya se pone más difícil entrenar en el exterior, excepto en contadas ocasiones  excepcionales, mientras que en China se entrena tanto bajo nieve, como sol o lluvia en exterior. Lo único que cambia es la cantidad de ropa que nos ponemos.

Aquí en Tenerife encontramos una plaza tranquila en el Parque Taoro, que se brinda perfectamente para los requerimientos de un entrenamiento de calidad. Estamos buscando un sitio parecido en el sur de la isla, pero resulta difícil encontrar uno que reúna las características deseadas y necesarias. Debe estar ligeramente apartado, para que la cantidad de pelotas, coches y perros que impactan en medio de la clase, se limiten a lo mínimo. Un sitio seguro para dejar los bolsos también es tristemente necesario. Ocurrió en una mañana normal, entrenamos en la terraza del bar Taoro, cerrado en esos días, separados de la carretera por unos arbustos bajos. Unos chicos, quién sabrá lo que les pasaba por su mente, treparon por el muro  y metieron sus manos entre los arbustos para agarrar lo que podían, entre ello mi bolso y chaqueta para después escaparse a toda prisa. ¿El resultado? En mi intento de seguirles para cogerles por terreno desconocido por mi, me torcí el tobillo y ellos se hicieron con un botín muy "valioso", ya que no llevaba más que la llave del coche, carnet de conducir y un móvil sencillo. A lo que voy es que desgraciadamente, en nuestra preciosa isla vive gente así, y mi lugar de entrenamiento ideal debe ofrecer cierta seguridad. Ahora a lo más importante que debe tener.

El lugar del entrenamiento debe ser apto para respirar profundamente. Eso excluye salas cerradas de aire acondicionado donde lo que más respiramos es el sudor cebolloso del compañero que tenemos al lado. Puesto de forma más bonita, el lugar del entrenamiento se encuentra mejor al aire libre. No sólo por mis gustos personales, sino por razones más racionales. Se trata de unos grandes aliados llamados iones negativos, que están más a gusto en campo abierto y en los bosques que en la ciudad o una habitación cerrada. Cuando no están a gusto, se invierten drásticamente y se enriquecen con gases tóxicos de tráfico e industria, polvo y humos químicos.

Místicos orientales conocen la importancia de los campos eléctricos de la atmósfera frente a la salud y vitalidad de los seres vivos desde hace mucho tiempo. En su cuna en las montañas, el Tai Chi y Chi Kung se practica al aire libre y en ropa especialmente apta para el entorno y los movimientos. La tela esta hecha con materiales naturales como el cáñamo o la seda, evitando lo máximo posible el orlón, nailon o polyester. Esto se extiende al calzado, cuya suela de goma no permite el intercambio con el suelo, formando una membrana impermeable. Hay calzado específico en tiendas de deporte y unos cuantos maestros se dejan ver en sus Feiyue tenis, en cuanto a mí yo prefiero a los Converse All Star, eso si, sólo las Slim Ox.

Espacio también es necesario, aunque un gran maestro pueda moverse con tanta gracia que los pocos metros cuadrados de mi sala de estar le sirven para hacer una demostración con el Fu Chen. Si podemos estar unos cuatro multiplicados por tres filas, todos con sus brazos estirados sin tocarse, entonces bien. Porque volviendo al ejemplo del Fu Chen, los que no tenemos tanta gracia, podemos pegar con facilidad no solo nuestra propia cara sino también la del compañero si estamos demasiado cerca.

Teniendo en cuenta todos estos detalles, es verdad que lo más importante es practicar, porque la sola presencia de una montaña no mejorará tu Tai Chi, y entrenar en el gimnasio es mejor a echarse en el sofá entre lamentos de que no hay ninguna montaña cerca.

Y si a alguien le viene a la mente un lugar como él que acabo de describir, en el sur de la isla, por favor, ¡Avísame!