¡No
importa el lugar, pero practica! ( ¿Dónde, cómo, cuándo? ¡No importa!)
Así de simple no es, se lo puedo asegurar. En
los pocos años que llevo practicando, lo he hecho bajo la guía de varios
profesores de distintas escuelas. He practicado en climas distintos, desde el
siempre agradable de Tenerife, a veranos e inviernos alemanes y otoños y
primaveras chinas; en salas grandes de polideportivos y en la sala pequeña del
gimnasio, en la terraza de algunos templos y palacios chinos, patios interiores,
en campo abierto y en las alturas de las montañas sin nada que obstruya las
vistas, pero sobre todo he practicado en
los rincones tranquilos de los parques
urbanos. Si me tocará vivir en las montañas, obviamente elegirá lugares como
Tierra del Trigo, pero como tampoco quiero renunciar a las comodidades de la
vida urbana, tengo que conformarme con los parques. En Tenerife el clima se
brinda casi siempre agradable; en el frío invierno alemán ya se pone más difícil
entrenar en el exterior, excepto en contadas ocasiones excepcionales, mientras que en China se
entrena tanto bajo nieve, como sol o lluvia en exterior. Lo único que cambia es
la cantidad de ropa que nos ponemos.
Aquí en
Tenerife encontramos una plaza tranquila en el Parque Taoro, que se brinda
perfectamente para los requerimientos de un entrenamiento de calidad. Estamos
buscando un sitio parecido en el sur de la isla, pero resulta difícil encontrar
uno que reúna las características deseadas y necesarias. Debe estar ligeramente
apartado, para que la cantidad de pelotas, coches y perros que impactan en medio
de la clase, se limiten a lo mínimo. Un sitio seguro para dejar los bolsos
también es tristemente necesario. Ocurrió en una mañana normal, entrenamos en la
terraza del bar Taoro, cerrado en esos días, separados de la carretera por unos
arbustos bajos. Unos chicos, quién sabrá lo que les pasaba por su mente,
treparon por el muro y metieron sus manos entre los arbustos para agarrar lo que
podían, entre ello mi bolso y chaqueta para después escaparse a toda prisa. ¿El resultado?
En mi intento de seguirles para cogerles por terreno desconocido por mi, me
torcí el tobillo y ellos se hicieron con un botín muy "valioso", ya que no llevaba más que la llave del coche, carnet de conducir y un móvil sencillo. A lo que voy es
que desgraciadamente, en nuestra preciosa isla vive gente así, y mi lugar de
entrenamiento ideal debe ofrecer cierta seguridad. Ahora a lo más importante que
debe tener.
El lugar del entrenamiento debe ser apto para respirar profundamente.
Eso excluye salas cerradas de aire acondicionado donde lo que más respiramos es
el sudor cebolloso del compañero que tenemos al lado. Puesto de forma más
bonita, el lugar del entrenamiento se encuentra mejor al aire libre. No sólo por
mis gustos personales, sino por razones más racionales. Se trata de unos grandes aliados llamados iones negativos, que están más a
gusto en campo abierto y en los bosques que en la ciudad o una habitación
cerrada. Cuando no están a gusto, se invierten drásticamente y se enriquecen con
gases tóxicos de tráfico e industria, polvo y humos químicos.
Místicos
orientales conocen la importancia de los campos eléctricos de la atmósfera
frente a la salud y vitalidad de los seres vivos desde hace mucho tiempo. En su
cuna en las montañas, el Tai Chi y Chi Kung se practica al aire libre y en ropa
especialmente apta para el entorno y los movimientos. La tela esta hecha con
materiales naturales como el cáñamo o la seda, evitando lo máximo posible el
orlón, nailon o polyester. Esto se extiende al calzado, cuya suela de goma no
permite el intercambio con el suelo, formando una membrana impermeable. Hay
calzado específico en tiendas de deporte y unos cuantos maestros se dejan ver en
sus Feiyue tenis, en cuanto a mí yo prefiero a los Converse All Star, eso si,
sólo las Slim Ox.
Espacio
también es necesario, aunque un gran maestro pueda moverse con tanta gracia que
los pocos metros cuadrados de mi sala de estar le sirven para hacer una
demostración con el Fu Chen. Si podemos estar unos cuatro multiplicados por tres
filas, todos con sus brazos estirados sin tocarse, entonces bien. Porque
volviendo al ejemplo del Fu Chen, los que no tenemos tanta gracia, podemos pegar
con facilidad no solo nuestra propia cara sino también la del compañero si
estamos demasiado cerca.
Teniendo
en cuenta todos estos detalles, es verdad que lo más importante es practicar,
porque la sola presencia de una montaña no mejorará tu Tai Chi, y entrenar en el
gimnasio es mejor a echarse en el sofá entre lamentos de que no hay ninguna
montaña cerca.
Y si a
alguien le viene a la mente un lugar como él que acabo de describir, en el sur
de la isla, por favor, ¡Avísame!